
Juegos Olímpicos: la irresistible militarización del deporte
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- Categoría: Brasil
- Publicado: Jueves 25 de Agosto de 2016

Rio de Janeiro está militarizada con más de 80 mil soldados y policías. Pero en las competencias sucede algo mucho menos visible: una parte importante de los atletas provienen de los cuarteles.
(Raúl Zibechi - Programa de las Américas) Brasil - Cuando la judoca brasileña Rafaela Silva ganó la primera medalla de oro en las Olimpíadas de Rio 2016, los medios enfatizaron su origen pobre en la favela Ciudad de Dios, recordaron que fue víctima de racismo al ser eliminada en Londres 2012 y destacaron los sacrificios que debe afrontar una mujer negra para abrirse paso entre una elite de deportistas donde predominan los varones blancos. Sin embargo, las crónicas sobre Rafaela omitieron un detalle: es sargento tercero en la Marina.
Si no hubiera dado el paso de incorporarse al Programa Atletas de Alto Rendimiento (PAAR) de las fuerzas armadas, es casi seguro que nunca hubiera subido al podio olímpico ni hubiera sido campeona panamericana y mundial. De ese modo, Rafaela consiguió los mismos beneficios que los militares: salario, plan de salud, vacaciones pagadas y acceso a las instalaciones deportivas militares donde es entrenada por especialistas.
El caso de la judoca no es el único. En total, 145 de los 465 atletas que componen el equipo olímpico brasileño integran las fuerzas armadas, más del 30 por ciento. Se trata de soldados, sargentos y coroneles de la Marina, el Ejército y la Aeronáutica que participan en 27 modalidades olímpicas, desde tiro, taekwondo y judo hasta vólei de playa, ciclismo y nado sincronizado. Toda la delegación de judo y la mitad de los nadadores son militares, que casi triplican los 51 efectivos que participaron en Londres 2012, cuando los uniformados eran sólo el 20 por ciento de la delegación brasileña.
Programas sociales para atletas
“El gobierno brasileño mantiene desde 2005 el mayor programa de patrocinio individual de atletas en el mundo”, puede leerse en la página del Ministerio del Deporte al presentar el programa Bolsa Atleta. El programa comenzó apoyando a 300 atletas olímpicos y paralímpicos a través de una tarjeta magnética que les proporcionaba un apoyo mensual que oscilaba entre 300 y 2.500 reales, para incentivar que potenciales campeones mundiales dedicaran el mayor tiempo posible a los entrenamientos.
Con los años se fueron creando otros programas de apoyo que benefician a los atletas y no son excluyentes. En diez años, Bolsa Atleta concedió 43.000 beneficios a más de 6.000 atletas por valor de 600 millones de reales. Sin embargo, Jorge Steinhilber, presidente del Consejo Federal de Educación Física y de la Academia Olímpica Brasileña, estima que el programa no consiguió los objetivos que perseguía.
El problema, sostiene, es que no se puede modificar la cumbre de la pirámide deportiva sin realizar cambios en la base. “En el 40 por ciento de las escuelas no hay un espacios abiertos para que los niños practiquen deportes y sus talentos sean descubiertos”. Faltan profesores de educación física y el tiempo dedicado al deporte termina siendo recreación y juegos.
El 77 por ciento de los atletas que compiten en estos Juegos Olímpicos (358 de los 465 que integran el equipo nacional), reciben Bolsa Atleta. Pero sólo el 31 por ciento participan en deportes colectivos. En 2011 el gobierno lanzó el programa Bolsa Atleta Podio, destinado a competidores en condiciones de ganar medallas en Rio 2016, con apoyo de empresas estatales. Los atletas que se sitúen en los primeros 20 lugares del ranking mundial en su especialidad, reciben entre cinco y 15.000 reales (entre 1.600 y 5.000 dólares). En Brasil lo reciben 123 atletas que participan en los Juegos.
En 2012 se lanzó el Plan Brasil Medallas 2016, con el objetivo de “colocar a Brasil entre los diez primeros países en los Juegos Olímpicos, entre los cinco primeros en los Panamericanos y entre los cinco primeros en los Juegos Paralímpicos de Rio de Janeiro en 2016”, según el portal del Ministerio del Deporte. El programa destina mil millones de reales para formar nuevas generaciones de atletas, crear y equipar centros de entrenamiento de alto rendimiento, contratar técnicos y equipos multidisciplinarios, comprar equipamiento y financiar viajes para entrenamientos y competiciones.
Nota completa: http://www.cipamericas.org/es/archives/19046