Normales rurales, 100 años: presupuesto raquítico, la realidad en los 16 internados rurales del país

Alimentos de mala calidad y raciones cada vez más austeras, dormitorios con colchones viejos y rotos, hacinamiento, infraestructura y mobiliario deteriorados; falta de equipo y escasez de agua, son algunos de los problemas que enfrentan diariamente alumnos y maestros de las 16 normales rurales por el raquítico presupuesto que se asigna a estas instituciones educativas.

(Juan Carlos Partida, Lorenzo Chim, Jorge A. Pérez y Víctor Hugo Varela/ Laura Poy Solano – La Jornada) México - Las comunidades de estos planteles creados hace 100 años padecen también falta o entrega a destiempo de apoyos o becas, que autoridades educativas se niegan a aumentar, por lo que frecuentemente se ven obligadas a manifestarse para ser escuchadas.

Acusaron que se han reducido las matrículas normalistas, y se privilegia a estudiantes que nada tienen que ver con el espíritu original de provenir de familias campesinas y/o de escasos recursos, por lo que los educandos no cumplen con los apostolados de sembrar la tierra o mantenerse en pie de lucha.

Señalaron que muchas áreas del internado están deterioradas; los dormitorios tienen colchones rotos, viejos, sucios, así como colchonetas hospitalarias con los resortes expuestos.

Criticaron que al menos 70 por ciento de la matrícula estudiantil no cumple la regla básica y espíritu de provenir de alguna familia de escasos recursos, de preferencia de zonas rurales e hijo de campesinos. Esto, expusieron, repercute en que gran parte de los normalistas no acuden a manifestaciones.

La Normal Rural Justo Sierra Méndez de Hecelchakán, Campeche, cumplió el pasado 13 de abril 92 años de su fundación en medio de fuertes recortes a su presupuesto, infraestructura deteriorada, escasez de agua en los baños y raciones de comida cada vez más austeras por falta de recursos.

Aunque cientos de maestros egresados de este plantel laboraron en la alfabetización de todo el país, la casa de estudios se encuentra hoy en el abandono y en una tensa relación con las autoridades estatales.

La Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México ha emplazado al diálogo a funcionarios del sector educativo, así como a la gobernadora Layda Sansores, pero no ha habido respuesta.

La federación estudiantil mostró fotografías de las condiciones deplorables en que se encuentran los edificios de su normal, que padece filtraciones de agua en los techos.

Las ventanas carecen de los cristales, por lo que colocan telas cuando hace frío o es temporada de mosquitos. Los ventiladores de los techos no funcionan, por lo que la mayoría fueron desmantelados para evitar que lleguen a caer sobre los alumnos.

En los baños comunes casi no hay agua, tampoco cuentan con llaves ni regaderas. Los lavabos no funcionan. La cocina y la biblioteca requieren trabajos de rehabilitación.

Para miles de jóvenes campesinos y obreros, única oportunidad de educación

Por décadas, las escuelas normales rurales han representado la única oportunidad de acceder a la educación superior para miles de jóvenes campesinos y obreros. Sus escuelas e internados, donde se les brinda sustento y vivienda, han sido fundamentales para su formación pedagógica y política, testimonian estudiantes y maestros egresados de estas casas de estudio.

Muchos no tenemos otra alternativa de educación que la normal rural. Estamos orgullosas de estar aquí, pero se enfrentan muchos obstáculos. No es sólo la falta de apoyo económico. Estamos satanizados, desde el norte hasta el sur, y la gente desconoce la realidad. No saben que, más allá de estudiar para dar clases, buscamos crear una conciencia en las personas, que aprendan que, si las cosas están mal, hay una forma de salir adelante, dice convencida Rosa, alumna de la Escuela Normal Rural Carmen Serdán, en Teteles, Puebla.

Sus compañeras normalistas, Paulina y Karla, la secundan: las normales rurales, como hace cien años, nos abre su casa, nos brinda una vivienda, una familia. Los internados son muy importantes, porque nos organizamos, lo hacemos todo de forma colectiva y también resolvemos juntos los problemas.

No son las únicas que hablan con esa certeza. Elva Medina, maestra con más de 50 años de servicio y egresada en 1970 de la Escuela Normal Rural Vanguardia, de Tamazulápam, Oaxaca, ubicada en el corazón de la región mixteca, recuerda con profundo cariño a su padre, campesino que, pese a su pobreza, decidió enviar a sus tres hijas a la normal.

De su madre, guarda los recuerdos de la instalación de la normal rural en Tamazulápam. Nos platicaba que cuando llegó la escuela normal en 1944, por gestiones del profesor Manuel Quiroz Martínez, mixteco y director federal de Educación, preparó las condiciones, porque la escuela se cambió de San Antonio de la Cal a Tamazulápam.

Lograron que se abriera en el pueblo, narra, porque toda la comunidad apoyó. Se donaron terrenos, bancas, e incluso el presidente municipal, que era masón, acondicionó el palacio municipal para que ahí operaran las primeras aulas, el dormitorio, el comedor y la cocina. Desalojó al cabildo, que funcionó en el curato de la iglesia”. Y pasaron 17 años antes de que iniciara la construcción de su actual sede, recuerda.

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