La guerra, la violencia y la persecución impulsan el desplazamiento a un máximo sin precedentes

El nuevo informe Tendencias globales de ACNUR, principal estudio anual de la organización sobre la situación del desplazamiento, afirma que al terminar 2016 había 65,6 millones de personas en situación de desplazamiento forzado, unas 300.000 más que un año antes. Este total representa una cifra enorme de personas que necesitan protección en el mundo.

(Rebelión) Mundo - La cifra de 65,6 millones comprende tres componentes importantes. En primer lugar, las cifras de refugiados, que con 22,5 millones son las más altas de las que se tiene constancia. De éstos, 17,2 millones se encuentran bajo el mandato de ACNUR, y el resto son refugiados palestinos registrados ante nuestra organización hermana UNRWA. El conflicto de Siria sigue siendo el que genera más refugiados a nivel mundial (5,5 millones), aunque en 2016 el principal factor de este incremento fue Sudán del Sur, donde la desastrosa ruptura de los esfuerzos por la paz en julio de ese año contribuyó a la salida de 739.900 personas hasta finales de diciembre de 2016 (actualmente, 1,87 millones).

En segundo lugar, el desplazamiento de personas dentro de su propio país, cuyo número era 40,3 millones al término de 2016, frente a 40,8 millones un año antes. Siria, Irak y el todavía muy considerable desplazamiento dentro de Colombia, fueron las principales situaciones de desplazamiento interno. No obstante, el desplazamiento interno es un problema de ámbito mundial y representa casi dos tercios del desplazamiento forzado total en el mundo.

En tercer lugar, los solicitantes de asilo, personas que han huido de su país y solicitan protección internacional como refugiados. Al concluir 2016, el número de personas que habían solicitado asilo en el mundo era 2,8 millones.

Esto agrava el inmenso coste humano de la guerra y la persecución en el mundo: 65,6 millones significa que, por término medio, una de cada 113 personas en el mundo se halla en situación de desplazamiento, es decir, una población mayor que la de Reino Unido, 21º país del mundo en número de habitantes.

“Desde cualquier punto de vista, esta cifra es inaceptable, y plantea con más fuerza que nunca la necesidad de mayor solidaridad y un propósito común para prevenir y resolver las crisis y para garantizar entre todos que los refugiados, desplazados internos y solicitantes de asilo del mundo reciben protección y atención adecuadas, al tiempo que se buscan soluciones”, ha declarado Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. “Tenemos que hacerlo mejor por estas personas. En un mundo en conflicto, lo que se necesita es determinación y valor, no miedo.”

Una de las principales conclusiones del informe es que las cifras de nuevos desplazamientos en particular siguen siendo muy altas. De los 65,6 millones de personas en situación de desplazamiento forzado en el mundo, 10,3 millones se convirtieron en desplazados forzosos en 2016, de las que aproximadamente dos tercios (6,9 millones) habían huido en el interior de su propio país, sin cruzar una frontera internacional. Esto equivale a una persona desplazada cada 3 segundos, menos tiempo del que se necesita para leer esta frase.

Al mismo tiempo, los retornos de refugiados y desplazados internos a sus lugares de origen, unidos a otras soluciones como el reasentamiento en terceros países, permitieron que, para algunos, 2016 trajera una perspectiva de mejora. Unos 37 países admitieron conjuntamente a 189.300 refugiados para reasentamiento. Más o menos medio millón de refugiados pudieron retornar a sus respectivos países de origen, y aproximadamente 6,5 millones de desplazados internos lo hicieron a sus zonas de origen, aunque en muchos casos en condiciones que distaban de ser ideales y con unas perspectivas inciertas.

En todo el mundo, la mayoría de los refugiados —el 84%— estaban en países de ingresos bajos o medios a finales de 2016, y uno de cada tres (4,9 millones) eran acogidos por los países menos desarrollados. Este enorme desequilibrio refleja varias cosas, entre ellas la persistente falta de consenso internacional en lo relativo a la acogida de refugiados y la proximidad de muchos países pobres a regiones de conflicto. También ilustra la necesidad de que los países y comunidades que apoyan a los refugiados y otras personas desplazadas reciban más recursos y apoyo, cuya ausencia puede generar inestabilidad, tener consecuencias para la labor humanitaria que puede salvar vidas, o dar lugar a desplazamientos secundarios.

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