Asombros
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- Categoría: Opinión
- Publicado: Miércoles 19 de Junio de 2019
Abajo y a los lados, a veces casi invisible, y por supuesto sin captar la misma atención que la perversidad, engaño, ataques, obscenidad y crueldad que proviene desde la Casa Blanca y sus alrededores, hay una sorprendente ola de rebeliones, algunas expresadas en las calles, otras en la naciente contienda electoral presidencial, y muchas no temen autoidentificarse como luchas de clase y hasta socialistas.
(David Brooks - La Jornada) EEUU - Sarah Nelson, presidenta del gremio nacional de sobrecargos, Association of Flight Attendants, representando a 50 mil miembros de 20 aerolíneas (gremio que se negó a trabajar en todo vuelo que se usó para la separación de familias inmigrantes ordenada por Trump), recientemente ofreció un discurso ante los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA), vieja organización social demócrata que en los últimos tres años ha experimentado un renacimiento dramático.
Recordando que Eugene Debs, Helen Keller, Albert Einstein, fundadores de sindicatos como el automotriz, fueron socialistas democráticos, Nelson señaló que ante toda la oscuridad y el odio generado por las fuerzas derechistas, en el último año cientos de miles de maestras/os, decenas de miles de trabajadores de supermercados, miles de trabajadores de hoteles, ingenieros de Google y choferes de Uber, participaron en huelgas; más de las que se había registrado en décadas. “Estas huelgas eran trabajadores tomando la ofensiva… Estas huelgas eran visionarias, porque construyeron poder, porque construyeron ahí mismo en el piquete el tipo de país que queremos ser; donde nos cuidamos entre nosotros, donde luchamos mano en mano por nuestra democracia, donde nuestra multitud –nuestras muchas nacionalidades y razas y religiones y diversidad de género e identidad de género– es fuente de orgullo, fuerza y amor. Y porque ganamos. Ganamos contra los jefes de avaricia de Wall Street y sus peones políticos que deseaban destruir las escuelas de Los Ángeles al servicio de sus ganancias. Ganamos contra los tecnobarones de Google… Ganamos contra las empresas multinacionales que son dueñas de los hoteles y los supermercados de nuestra nación, quienes ganan miles de millones pero dejan que nuestros niños pasen hambre”. Habló de la solidaridad, incluyendo la internacional con la gente trabajadora de México y otros países, como clave en la lucha para el bien de todos.
Son palabras que no hace tanto habrían sonado nostálgicas, pero son muy contemporáneas, y este tipo de mensaje de repente ya no es sólo para veteranos de otras historias, sino por y para jóvenes que desean hacer historia aquí y ahora.
Y no deja de sorprender que dentro de estas luchas, y sobre todo entre los jóvenes, muchos –muchísimos– no temen declarar su simpatía por algo que llaman socialismo.
Cuatro de cada 10 estadunidenses preferirían vivir en un país socialista que en uno capitalista, mientras 55 por ciento de mujeres entre 18 y 54 años expresaron una preferencia por el socialismo, según encuestas recientes (vale recordar que la gente entiende socialismo de múltiples maneras). Al medirlo en términos muy generales, se puede hasta afirmar que, según las encuestas más recientes, el socialismo es más popular que Trump.
El senador y candidato presidencial demócrata Bernie Sanders es tal vez la figura política de mayor perfil de esta expresión y la semana pasada pronunció un discurso explicando su socialismo democrático como la continuación del legado de Franklin D. Roosevelt. Subrayó que una democracia requiere tanto derechos políticos como derechos económicos básicos, los cuales son derechos humanos, y que se requiere una revolución política con la participación masiva electoral para lograr esto y argumentó que el futuro en este y otros países se disputa entre una derecha nacionalista y el socialismo democrático. (https://berniesanders.com/sanders- calls-for-21st-century-bill-of-rights/).
El solo hecho de que el socialismo sea ahora parte del debate nacional cotidiano en Estados Unidos (algo que asusta tanto a Trump como a la cúpula demócrata) no deja de asombrar.