Condenas por la Masacre en el Pabellón Séptimo

El juez Daniel Rafecas acaba de dictar el procesamiento de Juan Carlos Ruiz (ex director de la Cárcel de Devoto); Horacio Galíndez (ex Jefe de Seguridad Interna); Carlos Sauvage (ex jefe de Requisa) y Gregorio Zerda (ex celador), por los delitos de tormentos y tormentos seguidos de muerte, en el caso de la Masacre en el Pabellón Séptimo (*)


También, decretó la medida de no innovar para toda la Unidad, que habíamos solicitado, limitada al Pabellón Séptimo. Recién hemos sido notificadxs.

Gracias a todxs por el apoyo en esta causa.

Abrazo a sobrevivientes, familiares y amigxs de las víctimas.

Equipo Jurídico Masacre en el Pabellón Séptimo
Claudia Cesaroni
Nat DAlessandro
Denise Feldman
Jose Legarreta
Mariano Przybylski
Juan Ignacio Maurin

 

(*) La Masacre en el Pabellón Séptimo

Por Alan Gerónimo- Izqueirda Diario

En plena dictadura civico-militar del golpe de Estado de 1976 se produjo una de las peores masacres en una cárcel de la historia argentina. Decenas de presos murieron por obra de la actuación del Servicio Penitenciario Federal.

En el año 1978 Argentina estaba sumida en una dictadura de la mano de la junta militar encabezada por Jorge Rafael Videla, la Iglesia y empresarios; los centros clandestinos de detención ya estaban instalados en distintos tipos de lugares, desde una cochera hasta una vieja mansión.

Los que tenían la “suerte” de ser judicializados -o sea que se aclaraba su situación procesal- pasaban a las cárceles comunes y ahí cumplían condena por ser militantes de distintas organizaciones, activistas en sus lugares de trabajo u otros motivos que los hacían “peligrosos” a ojos de quienes dominaban el país. Allí separaban a quienes cometían delitos comunes de los presos políticos

El día 13 de marzo en la cárcel de Villa Devoto, en un pabellón de “presos comunes”, empieza una discusión entre integrantes del Servicio Penitenciario Federal (SPF) y los reclusos por el horario para mirar televisión.

El día después, 14 de marzo, en venganza por la discusión del día anterior empezó una de las requisas más fuertes de la historia del servicio penitenciario; la violencia del SPF era extrema y usaron el doble de agentes que en una requisa común.

Frente a este ataque brutal los presos decidieron protegerse con los colchones y las camas en los que habitualmente dormían; tapiaron las rejas y las ventanas. Los carceleros tiraron gases lacrimógenos y esto ocasionó un incendio en el pabellón número 7. También había bidones de kerosén, lo que agravó el incendio; según ciertas versiones pusieron candados en las puertas para que no pudieran salir los presos.

Cuando los reclusos pedían por sus vidas los policías respondían “quémense de a poco” según el relato de los sobrevivientes; además desde una pasarela y un patio interno recibieron una balacera de metralla que mató a varios presos. Durante el incendio el SPF impidió sistemáticamente la llegada de los bomberos al pabellón, alegando que la situación ya estaba normalizada.

El dato oficial expresa que hubo 65 muertos esa noche, mientras otros testimonios dirán que fueron el doble. Murieron asfixiados, quemados y baleados. Por parte del SPF solamente hubo 5 heridos leves. Los sobrevivientes fueron encerrados en un calabozo de nuevo al término de la masacre; Hugo Cardozo relata el maltrato recibido en ese momento: “Un cordón de uniformados que te pegaban con todo lo que tenían. Yo salí corriendo. Tenía que atravesar esos tres pisos; un pasillo de baldosas. Te resbalabas en los jugos de las ampollas reventadas a golpes de otros que pasaron antes. Algunos quedaban allí en el camino”. Fue una de las masacres más grandes de la historia de las cárceles argentinas.

El 30 de junio de 1979 el juez de instrucción Jorge Valerga Araoz resolvió el sobreseimiento provisorio de todos los imputados. El relato y los medios oficiales lo titularon “el motín de los colchones” echándole la culpa a los presos por la masacre; el tiempo se encargó de que poco a poco se fuera olvidando este asesinato en masa de más de medio centenar de reclusos.

Indirectamente muchos conocimos esta masacre mediante la música; los Redonditos de Ricota en su canción Toxi-taxi en su párrafo final dicen: “Un sueño con Luis María muerto cuando me decía: ‘Cada día veo menos cada día veo menos, creo, menos mal’" Luis María Canosa era un cantante amigo del Indio Solari que estuvo preso por consumo de drogas y fue asesinado en esa masacre; la canción de por sí es de lo más elocuente y cuenta la historia de su amigo

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