A veces creo que las palabras envejecen con nosotros, cómo el NUNCA MAS de la Conadep, ese que Strassera dijera que era nuestro y que obviamente sigue siendo la bandera, pero que también de tanto pronunciarlo en vano se ha descolorido un poco y a veces es solo un buen lema para la remera.

El mundo ha cambiado desde la primera vez que lo pronunciaron hasta este tiempo y así como nosotros hemos cambiado como País e individualmente, ellos también han podido reinventarse, camuflarse, regenerarse para continuar manejando los hilos del poder, que cada vez son menos invisibles y que aunque podamos verlos y denunciarlos, continuan allí impunemente.

Por eso hoy creo que el NUNCA MAS ya no es solo un grito para el afuera, sino tambien es un mantra para el adentro, hoy más que nunca a fuerza de repetirlo en el verbo y en la acción, necesitamos alinear lo que pensamos, con lo que decimos, con lo que hacemos y sobretodo con lo que soñamos, la coherencia es la gota que horada la piedra.

Cuando Galeano dice que los derechos humanos comienzan en casa, abre la puerta de la intimidad como un espacio político, un territorio de lucha contra la propia contradicción, allí está la semilla de la primavera que no pudieron detener, en lo cotidiano, en lo pequeño, en lo simple, en lo naturalizado, en lo que no parece trascendente.

El camino es arduo y es doloroso el movimiento interno de cultivar la franqueza, pero el camino se hace al andar, con aciertos y errores, con dudas y certezas, pero siempre juntos desde la tolerancia y el consenso, aunque sea lento, muy lento, hay que continuar hasta que llegue ese día en que el NUNCA MAS sea NUNCA MAS siempre y no solo cuando nos convenga.

22 de Marzo 2021