Red Eco Alternativo ***

A un año del crimen de Nicolás Vargas

El martes 3 de abril se cumplió un año del asesinato de Nicolás Vargas en La Plata, a manos del policía Rodrigo Laurent. En este marco, se realizó una movilización en el que Cristina, mamá de Nico, exigió a la fiscal Leila Aguilar la indagatoria del agente por el delito de homicidio en abuso de sus funciones.

Reproducimos comunicado del Colectivo contra el Gatillo Fácil:
El sábado 1 de abril de 2017, Nicolás Eduardo Vargas salió con un amigo en moto y nunca más volvió. Esa noche, en una supuesta escena de persecución en 38 y 155, el policía Rodrigo Laurent, encubierto por el oficial Sebastián Olsen, le dispara en la cabeza. Las noticias de ese día acusaban a los chicos de un robo en Plaza Malvinas para justificar este accionar sistemático de la policía, pero nunca se recibió la denuncia correspondiente, es decir, el hecho previo no existe. Las irregularidades continúan si vemos que Nicolás fue ingresado al hospital como NN, a pesar de tener el DNI encima, otra práctica común para retrasar las investigaciones. Es así, que la familia logra enterarse del hecho gracias a un vecino. Luego de dos días internado, el lunes 3 de abril de 2017, Nicolás Vargas muere en el hospital San Martín. Tenía 19 años y vivía en el barrio Melchor Romero. Dos características suficientes para ser blanco de la policía: un pibe joven y de barrio.

La versión policial del hecho dice que en la madrugada del 1 de abril de 2017, mientras los sargentos Olsen y Laurent patrullaban a bordo del móvil 22803 y circulaban por Avenida 155 hacia calle 32 de La Plata escuchan un alerta en la radio policial que requiere el seguimiento de 2 sujetos en moto con camperas oscuras que venían de cometer un robo en la zona de Plaza Malvinas de La Plata, es decir a unas 50 cuadras del inicio de la persecución. Entonces dicen haber visto una moto con dos jóvenes que iban por 155 hacia  calle 524, y que al percatarse de la presencia de los uniformados, los jóvenes se dan a la fuga a contramano por 155 hacia calle 32. Allí los policías reconocen haber efectuado disparos “disuasivos” de escopeta 12/70 con municiones de goma hasta que a la altura de calles 38 y 155 los chicos pierden el control de la moto e impactan contra una zanja, siendo detenido el acompañante al caer de la moto e identificado como Gonzalo Barrientos. A Gonzalo le atribuyen una pistola 22 que se secuestró a metros de dónde se cayó de la moto, pero en su indagatoria el joven dice que “me quedé quieto porque no tenía nada y un policía me apuntaba con la escopeta, mientras el otro lo seguía a Nico con el patrullero. Entonces escuché unos disparos y no vi nada porque me tiraron al piso y me pusieron la capucha de la campera para que no viera nada y yo no tenía arma, nada y me tiraron un arma al lado, atrás cerca del tejido”. Agregó que en la persecución “me impactaron al menos 8 de esos postazos” de goma. Siguiendo la versión policial, se alega que Vargas continúa la fuga a bordo de la moto, siendo perseguido a pie por el efectivo Laurent quien le efectuó un disparo con su arma reglamentaria, impactando el proyectil en la cabeza de la persona que huía, por lo que pierde el control de vehículo, que choca contra un alambrado, y se procede a su aprehensión, incautándose en su poder, a la altura de la ingle, un revólver cal. 22, marca Pasper Bagual, serie nº 188923. El informe preliminar de la autopsia de Vargas, realizado en la Asesoría Pericial La Plata y firmado por la peritos Grabriela Tinto y Silvina Cabrera, informa que la muerte de Vargas se produjo por la destrucción de masa encefálica secundario a lesión por pasaje de proyectil de arma de fuego, demostrada por un orificio de entrada visualizado en región frontal derecha con trayectoria de derecha a izquierda, de adelante hacia atrás y de arriba hacia abajo, para salir a nivel de región parieto temporal izquierda. Asimismo, las peritos afirman que se trató de una lesión de características vitales  y que fue un disparo a distancia.

A partir de que se produce el hecho, se dio otra conducta típica de la policía cuando el implicado es un uniformado: el desfile de todos los agentes presentes en el lugar para declarar en la sede policial, en lugar de testimoniar ante la fiscal del caso que es lo que corresponde. El comisario Juan Ramón Verón, de la 14va de Melchor Romero fue rápido y discreto para conformar la versión de la legítima defensa de Laurent, pero no presentó una sola prueba de por qué se inició la persecución. Así, el sargento Olsen testimonió la misma madrugada del hecho corroborando la primer versión, señalando que Barrientos “siempre tuvo el arma en sus manos” y agregando sobre el momento en que Vargas es herido por Laurent que su compañero salió corriendo “detrás del masculino a bordo del rodado menor, escuchando en dichas circunstancia un disparo, para luego de unos segundos escuchar que Laurent le gritaba si estaba bien, respondiéndole que sí, pero sin logar ver donde estaba.” Agregó que fue el oficial Caliva quien se dirigió a la vuelta de donde Olsen estaba con el detenido, es decir al lugar donde Laurent perseguía a Vargas, y que recién cuando llegan otros móviles Olsen se traslada hasta donde estaba Laurent “distante a unos casi cien metros por calle 38 hacia 158, donde visualiza que estaba el motovehículo con su rueda delantera apoyada sobre una alambrada perimetral que se emplaza en la zona y el masculino, boca arriba, con sangre en la cabeza”. Sería allí que Laurent le refiere, porque Olsen no pudo verlo, que, en palabras de Olsen, “el sujeto en cuestión, mientras fugaba, se había dado vuelta y esgrimió un arma de fuego por lo cual efectuó un disparo para salvaguardar su vida, suponiendo que la lesión que tenía este sujeto fue producto de dicho disparo”. A su vez, Olsen relató que no pudo ver en ese momento el arma atribuida a Vargas porque  “solicitan testigo y realizan el secuestro de un arma en la persona del sujeto herido, diligencia esta que no observó, ya que había regresado con el sujeto que aprehendiera, pero sí minutos después vio el arma secuestrada del tipo revólver”. Preguntado por el tipo de arma respondió que era “una pistola de calibre chico, aparentemente 22”. Se constata en acta de procedimiento, que concurre al lugar el móvil orden 22623 a cargo de los oficiales Jesús Eguías y Nora Almirón, y es el oficial ayudante Eguías quien “efectúa (siempre con ayuda de iluminación artificial, linternas) una pesquisa personal del sujeto herido encontrando una billetera” que acredita la identidad de Vargas “como así en la zona de la ingle procede al secuestro de un revólver calibre 22 marca Bagual con numeración 188923 (aparentemente sin cartuchos en sus alvéolos) el cual es colocado con la billetera al lado del sujeto”. Es de notar que Vargas perdió el control del motovehículo al recibir el disparo efectuado por Laurent, que le laceró el cerebro en herida mortal y casi instantánea, lo que muy probablemente le impidiera realizar cualquier otra maniobra de cobertura o disuasiva desde el momento en que recibió la herida. Entonces muy difícilmente haya podido guardar una pistola.

Por su responsabilidad en este hecho, el oficial Laurent sólo fue notificado en sede Comisaría 14va de formación de causa por “Lesiones Agravadas”, ya que Vargas estaba gravemente herido pero vivo en ese momento. La fiscal Leila Aguilar no le pidió nunca una versión directa a Laurent sobre lo sucedido, y hasta ahora se contentó con un relato de Olsen dado en sede policial y apelando al comodín de estos casos que es la “legítima defensa”. Aun así, la causa que investiga los hechos tiene la carátula de “resistencia a la autoridad y tenencia ilegal de arma”, donde los imputados son los pibes y no el policía. Por eso estamos exigiendo con la madre de Nicolás, presentada como particular damnificada, que la fiscal llame a declarar a Laurent a tenor del artículo 308 del código procesal, es decir como imputado del delito de homicidio cometido en abuso de su función policial (art. 80 inc 9 del Código Penal).

Nicolás era un pibe de barrio, que si se equivocó en no parar una moto no merecía morir. Un pibe como Omar Cigarán, como Víctor González, como Damián Corvalán, como Mauricio Andrada y como tantos otros que nos arrebatan las fuerzas policiales. Por eso, vamos a seguir denunciando que no son prácticas aisladas, sino que la represión es política de Estado destinada a una juventud que estigmatizan y criminalizan hasta justificar su muerte. A más de 1 año de haber asesinado a un pibe de 19 años, el sargento Rodrigo Laurent sigue cumpliendo funciones en la bonaerense.

 

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