
Avance represivo en los barrios
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- Categoría: DDHH
- Publicado: Lunes 28 de Mayo de 2018

El sábado 26 de mayo, más de 40 efectivos de la Prefectura Naval entraron sin orden judicial y reprimiento a la casa de de Jésica Azcurraire, vecina e integrante de la asamblea de la Villa 21. Decían buscar a su sobrino de 16 años y otro menor. Se llevaron detenidos a Silvia Maria Echeverría, Juan Pablo Mónaco y a Roque Azcurraire, periodista y camarógrafo de la Garganta Poderosa, cuando trataban de impedir que los efectivos continuaran lastimando a los menores.
Los detenidos fueron trasladados a la Comisaría 30 y 32. Silvia fue liberada a las pocas horas mientras que el reportero gráfico su vecino continúan detenidos.
En un operativo similar solo pocos días atrás, la Policía de la Ciudad atropelló a una niña de 4 años, además de detener a tres personar y ostentar su arma a quienes intentaban filmarlos. Hasta el momento no hubo explicación desde el Gobierno porteño sobre estos hechos.
Todavía no entiendo nada. Sigo adentro de una película de terror que comenzó anoche, cerca de las 11, cuando varios prefectos realizaron una requisa y empezaron a verduguear a mi sobrino de 16 años, que terminó cagado a palos como tantos pibes. Se había ido a jugar al fútbol y llegó a casa con toda la cara hinchada, corriendo, desesperado. Al escucharlo, salimos para pedirles explicaciones a los prefectos, pero mi hermana cometió la “imprudencia” de preguntarles a los uniformados por qué le habían pegado así a su hijo, ¡un menor! Ahí nomás, la respuesta fue clarísima: “Cerrá el orto”. Y la segunda, cuando ya eran más de 40 uniformados, no necesitó palabras: se abalanzaron sobre nosotros literal y brutalmente, desatando una cacería que les permitió cagar a tiros el frente de la casa de Iván Navarro, cuya familia debería prestar testimonios esta misma semana, en el primer juicio oral que logramos elevar por torturas de la misma Prefectura, en este mismo barrio.
Largada su razzia, una vez más, veo cómo la Prefectura empieza a lanzar gases en el pasillo donde vivimos y corro lo más rápido posible para entrar a casa, creyendo que nos pondríamos a salvo. Pero no existe ley para ellos, cuando de la villa se trata: automáticamente
Al costado, la represión contra todos los vecinos continuaba recrudeciéndose
Dicen que "secuestraron un palo", sí, ¿saben qué palo secuestraron? El palo que cierra la puerta de nuestra casa, porque lamentablemente
Siempre con su cámara cerca, mi hermano Roque intentó registrar toda esa locura, pero no llegó a filmar nada porque se lo llevaron también, en cuanto se presentó como fotógrafo de La Garganta, ¿entienden? Su único delito fue haber descongelado tres empanadas y haber tomado su herramienta de trabajo cuando un operativo ilegal de la Prefectura se metió a nuestra casa, rompiendo la puerta a las patadas. Pero no conformes con llevarse a mi hermano y mi compañero, nos volvieron a reprimir y se llevaron a mi hermana, para pasearla durante 80 minutos en patrullero, mientras nos negaban su presencia en la comisaría que señalaba el Juzgado.
¡Basta, por favor!
Pensamos que nos mataban.
Y sí, otra herida nos hace temblar, quedamos aterrados.
¡Pero nunca más en la vida, nos vamos a quedar callados!