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El “virreinato del FMI”: se votó el pacto del peronismo y Juntos por el Cambio

En la madrugada de este viernes se consumó la votación del plan diseñado en Washington. Ahora la discusión pasa al Senado, donde, si se aprueba el acuerdo, quedará oficializado que el FMI cogobierna la Argentina. Pero el futuro es incierto y de crisis: habrá oportunidades para dar vuelta la historia.

(Por Fernando Scolnik-Izquierda Diario) Argentina - En un somero y aburrido trámite, entre la tarde de este jueves y la madrugada del viernes, la Cámara de Diputados del Congreso Nacional resolvió renunciar a la soberanía argentina.

Lo cierto es que la novela había sido larga, pero el final tuvo poca sorpresa: el día anterior había sido spoileado el pacto alcanzado entre el Gobierno y Juntos por el Cambio, quienes se pusieron de acuerdo para aplicar el plan del FMI. Por eso este jueves, en círculos del poder, había ya muestras de satisfacción anticipadas: la Sociedad Rural, la UIA, los bancos y CEO de multinacionales habían desfilado toda la semana en reuniones, pidiendo el acuerdo.

Si, como se espera, en los próximos días el Senado sigue el mismo camino, el país pasará a ser oficialmente cogobernado por el FMI e impedido de tomar de forma autónoma ninguna medida importante respecto de su economía nacional, que atraviesa una profundísima crisis. Será el "virreinato del FMI", como lo definió Myriam Bregman en el Congreso Nacional. Cada tres meses, vendrán los burócratas del organismo internacional a revisar las cuentas, ordenar y vetar medidas. Como los números no cierran por ningún lado, ya se sabe de antemano que en el menú de los próximos meses y años vendrán nuevas medidas antipáticas para el humor social, que se sumarán a las ya anunciadas, como los tarifazos o el ajuste fiscal. Si a usted no le gusta y quiere reclamar, sírvase pasar por Washington D.C., donde hay unas cómodas oficinas. Esto, al menos, será lo que se vote: pero la realidad es que el futuro estará cargado de crisis e incertidumbre, con oportunidades para dar vuelta la historia. Volveremos sobre esto más abajo.

Las especulaciones electorales y los relatos quizás habían tapado en la discusión pública previa a la sesión de diputados que entre el Gobierno y Juntos por el Cambio existen diferencias y hay una fuerte disputa por el 2023 (nadie quiere pagar los costos de este acuerdo), pero a la vez hay un entendimiento muy profundo y de Fondo: ninguno quiere, ni sueña, con sacar los pies del plato del régimen del FMI. Y eso implica aceptar sus recetas. Tampoco los liberales de Milei y Espert, aunque esta vez hayan hecho el circo de votar en contra, ocultando, detrás de su discurso contra la casta, que defienden a los grandes poderosos.

El trámite legislativo se destrabó entonces cuando el Gobierno nacional, mostrando toda su debilidad, ofreció que en el Congreso “solamente” se vote autorizar un acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI, sin pedir un aval para el plan concreto (los famosos anexos con las planillas que Guzmán trajo de EE.UU.).

El macrismo, frente a eso, no tuvo nada que reprochar. Muy por el contrario: el ex presidente celebra que el Congreso Nacional legalice la deuda ilegal que él había tomado. Aquí no ha pasado nada. Qué le hace una estafa más al historial nacional de la deuda. Si hasta se convalidó la de la dictadura.

Más aún: el de Facilidades Extendidas es un tipo de acuerdo de los más duros del FMI. Implica ajustes y reformas estructurales. Contra todo su relato, el Frente de Todos tomará nueva deuda para pagar la deuda ilegal de Macri, sometiéndose al chantaje del organismo internacional, que si no aprueba las revisiones trimestrales amenazará con no hacer los desembolsos, poniendo siempre al país al borde del default. Un acuerdo menos soberano, no se consigue.

Lo “bueno”, si se quiere, es que nuestro país ya conoce la historia y sabe de qué se trata. Eso ahorra argumentos y explicaciones. De aprobarse, este será el tercer acuerdo de facilidades extendidas que firme nuestro país con el FMI. Los dos anteriores se habían firmado bajo gobiernos de Carlos Saúl Menem. El primero en 1992, con Domingo Cavallo en el ministerio de Economía, y el segundo en 1998, cuando Roque Fernández ocupaba esa cartera. El final de la historia, por todos conocido, nos exime de desarrollar más el tema. Algunos de los que gobiernan hoy ya eran funcionarios o legisladores en los `90. Ojo que hay muchos hijos de Menem dando vueltas.

Es cierto. No es la primera vez que el peronismo y Juntos por el Cambio hacen este tipo de acuerdos, y probablemente tampoco sea la última. No hace falta ir demasiado lejos en el tiempo: muchos de los que este jueves articularon esa mayoría parlamentaria son los mismos que hace muy poco le votaron todas las leyes a Macri antes de su desastroso final. Uno de los principales protagonistas de aquella historia hoy hace las veces de presidente de la Cámara de Diputados por la coalición oficialista, y había jugado un rol fundamental, por ejemplo, para aprobarle al ex presidente del PRO el acuerdo con los fondos buitres, que inició un fenomenal ciclo de endeudamiento del país. También los gobernadores que esta semana desfilaron por el Congreso pidiendo la aprobación, habían sido claves en su momento para que Macri lograra aprobar la reforma contra los jubilados en diciembre de 2017.

Si vamos más atrás en el tiempo, encontraremos también a los mismos partidos, o a sus antecesores, como protagonistas de contubernios parecidos que, concatenados uno tras otro, han llevado a la decadencia actual del país, que parece interminable. Desde los `70 hasta hoy, la pobreza pasó del 4 % al 40 % en Argentina.

Máxima complicidad: el silencio del kirchnerismo

En este esquema, el kirchnerismo juega un rol fundamental para apoyar que avance el plan del FMI. El silencio y ausencia de Máximo Kirchner este jueves en la Cámara de Diputados (solo se sentó después de las 3AM para votar), confirmó la caracterización que dijimos desde un comienzo: el diputado y su madre dejan correr el acuerdo. Solo se separan para intentar no pagar los costos de un plan económico que seguirá pegando muy duro sobre su propia base social y electoral. Pero de ninguna manera harán algo para impedir su aprobación. Solo buscan preservarse ante lo que vendrá, porque, como dijo Nicolás del Caño, ellos ya saben que “las promesas del Frente de Todos entraron en default”, y lo que viene es peor.

Tras haber renunciado como jefe de bloque del peronismo en diputados, todos los gestos de este espacio fueron en el sentido de ofrecerle “gobernabilidad” al régimen del FMI: Máximo se llamó a silencio en lugar de alentar que crezca el repudio al acuerdo; Cristina aun permanece callada; figuras muy importantes como “Wado” de Pedro apoyaron públicamente el entendimiento con el organismo internacional; y la cereza del postre la dieron permitiendo que diputados que les respondían fueran sustituidos de la Comisión que votó el dictamen a ser tratado en el Congreso, por otros que sí apoyaban lo acordado con el FMI. Esta madrugada, los votos en contra y abstenciones de La Cámpora, no cambiaron nada de lo esencial de esta estrategia: su ausencia y silencio durante la sesión explica de sobra su falta de voluntad para enfrentar al FMI.

Sin embargo, lo central quizás no estuvo en el palacio, sino en la calle: más estruendoso fue el “silencio” de los dirigentes del kirchnerismo en las organizaciones de masas, que ni en los sindicatos, ni centros de estudiantes, ni barrios impulsaron ninguna deliberación seria para discutir un plan de lucha frente a la entrega. Con esa gran fuerza social, la resistencia al FMI sería mucho más fuerte. Pero para ellos sigue el “quedate en casa”. Al igual que para la CGT. En esto no hay mucha diferencia entre gordos, moyanistas o ceteistas, todos apoyan que pase el FMI, unos abiertamente, otros haciendo discursos críticos sin pasar nunca a los hechos.

Apunten contra la izquierda

La unidad entre las dos principales coaliciones de los de arriba para sellar este acuerdo tiene su correlato lógico en un ataque a la izquierda y los de abajo: no es casual que este jueves mientras en el palacio cerraba la rosca, una campaña mediática se desató contra la izquierda y quienes se movilizaron contra el FMI.

El objetivo era claro: manipular la información pública sobre los incidentes con la policía, para tratar de ocultar que en la Plaza Congreso hubo este jueves una multitudinaria movilización de decenas de miles de personas que no es parte de ese acuerdo de ajuste y entrega. Que esa misma plaza tuvo voz adentro, con las denuncias potentes de Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Alejandro Vilca y Romina del Pla. Estigmatizar a todos los que digan sin vueltas la verdad: que bajo el cogobierno del FMI, el país no hará más que profundizar su decadencia y su enorme crisis social. Que la única salida distinta pasa por pelear por las necesidades más urgentes, en el camino de medidas de fondo, como hacer un desconocimiento soberano de la deuda y tomar medidas de emergencia como la nacionalización de la banca, el monopolio estatal del comercio exterior y la estatización bajo control obrero de los recursos estratégicos del país, en el camino de un gobierno de los trabajadores que reorganice la sociedad en función de los intereses de las mayorías y no de unos pocos.

Su "festejo" de hoy tendrá patas cortas. Al calor de los tarifazos, la inflación y el ajuste fiscal, crecerá el descontento social y con él la lucha de clases, por parte de millones que no se resignan a aceptar lo que viene. No solo sus pactos son débiles, sino que también las coaliciones políticas están atravesadas por internas dentro de cada una de ellas. El plan del FMI está de antemano condenado al fracaso y será renegociado. El futuro no tiene nada que ver con lo que dicen, sino que estará signado por crisis e inestabilidad política y social. Allí encontrarán brechas los explotados y los oprimidos para luchar por su propio destino.

Junto a ellos y ellas, la izquierda estará codo a codo, para impulsar las luchas, coordinarlas y plantear un programa para triunfar, construyendo otra alternativa política. Esta semana el ejemplo lo dieron las mujeres, que por decenas de miles se movilizaron el 8 de marzo.

 

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