Puerto Pibes: la continuidad del despojo

Puerto Pibes, predio que se utiliza para actividades recreativas y deportivas para niños y adolecentes, ubicado en el barrio de Nuñez, esta siendo ocupado por parte del Ministerio de Justicia y Seguridad para formar a la futura policía metropolitana. Por Ana María Ramb

 

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Puerto Pibes: la continuidad del despojo

Por Ana María Ramb


¿Se acuerdan de Parque Norte y sus piletas? Era la posibilidad de recreación (y hasta de vacacionar en verano) que tenían los porteños de bolsillos flacos. Hace unos años, y en buena hora, después de muchos avatares que poco tenían que ver con las clases populares, algunas de sus  instalaciones se reacondicionaron para el funcionamiento de Puerto Pibes.
Con muy apreciable sentido social, los vestuarios de las piletas se transformaron en confortables dormitorios que recibían delegaciones de chicos provincianos de sectores humildes, ansiosos de conocer la ciudad de Buenos Aires. Era uno de los nueve programas de asistencia, cultura  y recreación implementados en el predio por la Dirección de la Niñez y Adolescencia de la ciudad. Un rico intercambio: pibes que eran luego visitados en sus pueblos y ciudades por chicos porteños, tan modestos como ellos, tan necesitados de conocer el país.
En Puerto Pibes también se hacían campamentos con los chicos locales. 
Así, en este predio del barrio de Núñez, cerca del Aeroparque, pasó a funcionar una suerte de  polideportivo -tal vez casi el único en Bs. As.-, para chicos de familias con “necesidades básicas insatisfechas”, es decir, las más pobres entre pobres.
Por año llegaron a pasar por Puerto Pibes 30 mil chicos. En 2008 la cifra se redujo a 3 mil, dentro de un plan de vaciamiento minucioso e implacable que comenzó un año y medio atrás. De las 120 camas que había, sólo quedan hoy 30. Los colchones han desaparecido, no se reponen insumos, se recortan recursos, no se llenan las vacantes que se producen en los puestos de trabajo, el suministro de gas se desvaneció en el aire.
Otros programas estaban orientados por el mismo objetivo: dar espacio y contención a niños de los sectores más vulnerables, con una gama de actividades recreativas y culturales coordinadas por personal altamente capacitado en esas áreas. 
No se implementaron nuevos programas. Sólo queda en funcionamiento el de “Líderes recreativos comunitarios”, al que concurren hoy 60 alumnos los días viernes y sábados. Los jóvenes son formados en recreación, técnicas grupales, primeros auxilios y cuidado de la salud para, al cabo de dos cuatrimestres, obtener un certificado que los habilita para trabajar como auxiliares en colonias recreativas. Es decir, que el plan brinda una salida laboral.
Puerto Pibes cedió hace tiempo una parcela para el funcionamiento de una escuela primaria y un jardín de infantes. Una convivencia solidaria y afín al proyecto originario.
Hasta que un día…
Primero fueron rumores. Después, sordos ruidos. Borceguíes. Era el “comisario Ferrón”, que así se presentó. Uniforme azul, arma de fuego a un lado de la cintura, y un cuchillo tipo Rambo en el otro. Anunció que en el lugar comenzaría a funcionar un Centro de Coordinación de la futura policía metropolitana. “Podemos convivir”, aseguró el funcionario ante los reclamos de los trabajadores de Puerto Pibes, amparándose en órdenes emitidas por Guillermo Montenegro, ministro de Seguridad porteño y hombre ubicado por la vicejefa de gobierno, Gabriela Michetti.  El vocero del funcionario, Daniel Zárate, dijo no saber nada de esto. No le creyeron, e hicieron bien. “Ferrón” dejó el primer fin de semana cinco efectivos para asegurar  la posesión de dos cuartos, luego de hacerlos desembarcar muebles y computadoras. Sostenía el comisario que las armas de los hombres azules y los juegos de los chicos podían compartir el mismo espacio sin problemas. De haberlos, se podía levantar un muro, tan de moda hoy. El muro en la frontera de EEUU y México, el muro de Gaza, el de San Isidro (por suerte, ya derribado por el pueblo).
La novedad explicita cuáles son las prioridades de la gestión Macri. ¿Prevención y promoción social?  Aquí lo que importa es la “seguridad”.  ¿Qué quién da seguridad a los pibes? Ya veremos. ¿Políticas públicas de asistencia a familias carecientes? No hay plata para eso. ¿La Ley 114*? ¿Qué es? ¿Suena el teléfono directo habilitado para chicos y adolescentes en riesgo? No atiendan.  ¿Que esto ahonda la brecha social? Es lenguaje setentista, pasado de moda. No es fashion. 
Mientras, los aspirantes a uniformados rinden exámenes y pruebas de selección en el Parque Chacabuco, debajo de la autopista. Por los senderos van y vienen los automóviles de sus examinadores y futuros jefes. Los chicos que juegan por ahí, los novios que caminan abrazados, la señora que sacó a pasear al pichicho, los jubilados que miran florecer los palos borrachos, abren bien los ojos, porque el parque, a partir de la gestión Macri, dejó de ser un lugar idílico.
Mientras, los bravucones patovicas de la UCEP (Unidad para el Control del Espacio Público) hacen mérito: corren a golpes a los indigentes que viven en las pocas plazas que quedan sin rejas, hasta les queman el colchón; golpean a los cartoneros que hacen un alto bajo una autopista, los amenazan de muerte; confiscan la mercadería de vendedoras ambulantes. Cuando no desalojan a okupas con extrema brutalidad.
Si muchos, de vuelta de los desastres del menemato, ante heridas sociales sin suturar y cráteres de todo tipo todavía humeantes, dicen: ¡Menem lo hizo! ¿No piensan que dentro de poco tiempo dirán “Macri lo hizo”?
¿Qué hace entre tanto Gabriela Michetti, que cultivó la imagen de hada bienhechora? ¿Qué hizo hasta ahora para responder a su aureola?  ¿Cuál es su preocupación en torno a los más desvalidos? ¿Qué obras ha emprendido hasta el momento? ¿En qué emplea su tiempo? ¿Por qué no habla con su recomendado Montenegro y revierte tan injusta situación a su estado original?
Recomendamos rever la Ley 114 de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, ciudad de Buenos Aires, 3 de diciembre de 1998. Al pie reproducimos sus artículos 4º, 5º y 6º.  
Vamos a permitirnos parafrasear a Roque Dalton: “Lo mejor de la vida es ser jefe. O vice-jefa”.
Y aquí va el poema de R. D.:

Juro que lo oí decir
“Salvo en una sociedad completamente justa,
Lo mejor de la vida es ser jefe”.
El espejo para el vampiro.
Para descubrir a un burócrata
plantéale un  problema ideológico.
El rostro del problema
no se reflejará en el burócrata.
El rostro del burócrata
no se reflejará en el problema.

Ley 114 de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, ciudad de Buenos Aires, 3 de diciembre de 1998.
Artículo 4º. Todos niños, niñas y adolescentes gozan de los derechos fundamentales inherentes a su condición de personas. La Ciudad propicia su participación social y garantiza todas las oportunidades para su pleno desarrollo físico, psíquico, moral, espiritual y social, en condiciones de libertad, igualdad y dignidad.
Art. 5º. Remoción de obstáculos. La Ciudad promueve la remoción de los obstáculos de cualquier orden que, limitando de hecho la igualdad y la libertad, impidan o entorpezcan el pleno desarrollo de niñas, niños y adolescentes y su efectiva participación en la vida política, económica y social de la comunidad.
Art. 6º. La familia, la sociedad y el Gobierno de la Ciudad, tienen el deber de asegurar a niñas, niños y adolescentes, con absoluta prioridad, la efectivización de los derechos a la vida, a la libertad, a la identidad, a la salud, a la alimentación, a la educación, a la vivienda, a la cultura, al deporte, a la recreación, a la formación integral, al respeto, a la convivencia familiar y comunitaria, y en general, a procurar su desarrollo integral.

 Adhesión por el cierre del complejo Puerto Pibes (leer más)

Esrache por a la Unidad de Control de Espacio Publico (leer más)

 

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