"Llevame a casa mamita..." le pedía Luz Villafañez, de tan solo 13 años, a su mamá Yaky. Y es que a Luz la habían empastillado, golpeado y violado y solo recibía indiferencia y revictimización por parte de los organismos del Estado.

Cronicar las últimas horas de Luz es muy duro, se conjugan la tristeza de revivir todo horror que le tocó a ella y la indignación ante el proceder de quienes, se entiende, están allí para "cuidarnos".

Luz salió a la siesta de la casa de su abuelo y avisó que volvería a las 19, antes de anochecer. Pasaron las horas y no volvía y sus padres comenzaron a preocuparse.

Unas conocidas la llevaron engañada a una "fiesta", allí le dieron un jugo con pastillas y lo que sucedió después, podría calificarse, sin cuestionamientos, como una tortura. La golpearon y subieron el video a Facebook y la entregaron a su violador, también un menor bajo los efectos de los psicofármacos (pastillas que se consiguen con mucha facilidad en las farmacias catamarqueñas).

Mientras, su familia la buscaba con desesperación por todas partes. La buscaban solos, pues cuando fueron a solicitar la intervención de la policía, el sumariante Sergio Ahumada, de la Unidad Judicial N° 6 de SFVC, les dijo que era “muy caro” hacer el papeleo y que no tenía sentido hacerlo porque “seguro ya iba a aparecer”.

Toda la noche del sábado 12 de noviembre de 2016, la familia de Luz la buscó hasta que a las 7 am, la pequeña apareció en la casa de su abuelo en un estado tan dramático que hizo que decidieran levarla con urgencia al Hospital Interzonal de Niños “Eva Perón”. Allí la recibió la médica de turno, Sabrina Lucrecia Bollada, con Matrícula 2239. Bollada hizo oídos sordos a los pedidos de la mamá de Luz. No era necesario ser médico para darse cuenta de lo que sucedía y, sin embargo, se negó a practicarle un lavaje de estómago y un exudado. La primera, era necesaria porque era evidente que Luz estaba aún bajo los efectos de las pastillas, no se podía sostener por su cuenta, se caía y su mamá la sujetaba. La segunda, la niña presentaba signos visibles de abuso, lloraba y estaba retraída. No solo no atendió como se debía a Luz, sino que la revictimizó, habló de “lo problemático de los jóvenes” y la “ausencia de los padres”, se lo dijo a la madre y a la misma niña. En su diagnóstico la médica Bollada puso: “Estilo de vida en riesgo”… y le dijo a su madre que se la llevara, Yaky le imploró que la dejaran allí hasta estabilizarla pero Bollada le dijo que no era necesario, que la llevara el lunes cuando la niña estuviera bien. Nunca llegó ese lunes, ese mismo día Luz se suicidó. 

Una tía de la pequeña llamó a la comisaría 5ta (ya que desde el hospital no lo hacían), dos agentes llegaron, cumplieron en apariencia el “protocolo” y se largaron de allí sin más.

Una psicóloga de apellido Molas la vio y determinó que “no podía evaluarla” debido al estado en el que la niña estaba.

Luz pedía llorando: “llevame a casa mamita…”, antes de irse de allí, dio a su madre el nombre del violador. Ese día, mientras velaban a la pequeña, Yaky Quevedo, la mamá, fue a radicar la denuncia contra el violador y la médica. En el membrete de la denuncia reza: “CONTRA AUTORES DESCONOCIDOS”

Se van a cumplir tres meses del FEMICIDIO de Luz Villafañez y nuestra sociedad sigue torturándola.

MUJERES ORGANIZADAS

Colectivo Feminista de Catamarca