Conflictividad y negociación colectiva en el año del retorno a los brazos del FMI
- Detalles
- Categoría: Trabajadores
- Publicado: Miércoles 27 de Marzo de 2019
El Informe Anual 2018 sobre conflictividad laboral, mercado de trabajo y negociación colectiva - elaborado por el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma - describe un mercado de trabajo que no hizo más que sumar malas noticias para los trabajadores y trabajadoras. El fracaso del programa económico del Gobierno nacional y los sucesivos acuerdos con el Fondo Monetario Internacional tuvieron como consecuencia un empeoramiento de todos los indicadores sociales, incluyendo fuertes caídas en el empleo formal y en el salario real.
(Por ODS CTAA) Argentina - El deterioro de las condiciones de vida de lxs trabajadores y trabajadoras fue la característica distintiva del 2018. Incremento del desempleo, mayor precariedad de la estructura ocupacional, aumento de la pobreza y la indigencia, y un retroceso de los ingresos reales que fue empeorando con el transcurso del año, son los ejes que permiten describir un año que, en términos relativos, presentó las peores variaciones de todos los indicadores del mercado de trabajo desde la crisis del régimen de convertibilidad.
La magnitud de este retroceso está directamente relacionada con el fracaso del programa macroeconómico del Gobierno Nacional, cuyos hitos salientes fueron las sucesivas corridas cambiarias y la necesidad de recurrir al Fondo Monetario Internacional como prestamista de última instancia, ante una situación económica que amenazaba con implosionar.
Si el gradualismo le había permitido al gobierno identificar ganadorxs y perdedorxs de un nuevo modelo económico de manera compatible con incrementar su volumen político y triunfar en las elecciones de medio término de 2017, las tensiones acumuladas se hicieron evidentes a partir de abril de 2018, momento a partir del cual la economía y con ella el mercado de trabajo entraron en un declive que se fue acentuando a lo largo del año.
La evolución de la inflación durante el 2018 permite ilustrar la magnitud de este fracaso en los propios términos de los objetivos planteados por las autoridades oficiales. De una meta inicial prevista en el 10% anual, con una banda que se ubicaba entre el 8% y el 12%, se llegó a una inflación del 47,6%. El desajuste de las variables macroeconómicas se complementó con una fuerte devaluación del peso y una caída de la actividad económica del 2,5%.
Para culminar de describir un cuadro crítico, el empeoramiento de todos los indicadores se fue incrementando con el transcurso del año, por lo que el punto de partida para el 2019 resulta mucho peor que lo que muestran los datos promedio del año anterior.
Como no podía ser de otra manera, esta crisis impactó de forma muy severa sobre el mercado de trabajo, tanto en materia de ocupación como de ingresos. Por un lado, la destrucción de puestos de trabajo en el sector privado formal tuvo como contracara un crecimiento de las formas más precarias de inserción en la estructura ocupacional y un aumento del desempleo; por el otro, la aceleración de la inflación obligó a las organizaciones sindicales a adoptar una estrategia defensiva para tutelar el valor real de los ingresos de lxs trabajadorxs, modificando en la práctica la dinámica de la negociación salarial, que en el año se caracterizó por un esquema de revisiones periódicas de las escalas de convenio.
Aquí es importante destacar que si bien las negociaciones colectivas no impidieron un retroceso del salario real, no menos cierto es que la existencia de acuerdos por rama de actividad con efectos obligatorios para todos lxs empleadorxs y trabajadorxs comprendidos en su ámbito de actuación fue clave para evitar un retroceso aún mayor.
El estallido de esta crisis también tuvo su impacto en las características de la conflictividad laboral. Luego de las jornadas de diciembre de 2017, el primer trimestre de 2018 también fue testigo de grandes movilizaciones. Sin embargo, a medida que la crisis económica se fue profundizando la respuesta del conjunto de lxs trabajadorxs tendió a expresarse de distinta forma.
Por un lado, los conflictos descentralizados, tanto en el sector público como en el sector privado, se fueron limitando crecientemente a aquellas situaciones de crisis donde la reivindicación pasaba por la defensa de los puestos de trabajo.
Por el contrario, las demandas corporativas se concentraron a nivel sectorial o, incluso, a través de la articulación con organizaciones de otros sectores de actividad.
A su vez, la crisis económica fue ampliando las condiciones para el crecimiento de los conflictos de lxs trabajadorxs del sector informal, que a lo largo del 2018 ocuparon un lugar cada vez más relevante.
Finalmente, estos cambios en el patrón de la conflictividad laboral se combinaron con un marcado crecimiento de protestas sociales vinculadas a cuestiones de género, a las relaciones laborales y al ejercicio de derechos básicos como el de mujeres y disidencias a poder decidir sobre el propio cuerpo y en particular por la legalización del aborto. En estas protestas las trabajadoras y sus organizaciones tuvieron una importancia decisiva.
Este cambio en la morfología de la conflictividad social constituye un dato saliente en un año caracterizado por una amenaza permanente sobre la posición de los trabajadores y trabajadoras.
En efecto, si bien las condiciones objetivas invitaban a refugiarse en posturas conservadoras que tuvieran como objetivo evitar perder aún más, durante el 2018 no asistimos a un reflujo de los niveles de conflictividad, sino más bien a un cambio en sus características que se montó sobre tendencias que venían apreciándose en los años anteriores.
Las más salientes fueron el crecimiento de los conflictos de lxs trabajadorxs del sector informal y la articulación de acciones de protesta entre varias organizaciones integradas por trabajadores y trabajadoras de sectores diversos. Ello permitió mantener altos niveles de conflictividad a pesar de una marcada retracción en los reclamos a nivel de empresa en el sector privado, y a nivel provincial y municipal en el sector público.
Así, algunas dimensiones centrales para entender las características que asumirá el sistema de relaciones laborales este año serán: los cambios en la dinámica de la conflictividad laboral; la persistencia de un sistema de negociación colectiva centralizado; y la evolución de un mercado de trabajo que en los primeros meses de 2019 está lejos de haber comenzado a revertir el deterioro acumulado durante gran parte del 2018.
Estos aspectos constituyen el punto central de este Informe Anual 2018 del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA Autónoma), cuyo objetivo central apunta a enriquecer los debates entre el conjunto de lxs trabajadorxs y las organizaciones sindicales en un contexto que demanda crecientemente formas de organización y acción más potentes.
Informe completo DESCARGAR http://www.agenciacta.org/IMG/pdf/inf_anual_2018.pdf